Sexus: Anaïs Nin y Henry Miller
99 historias de amor
Anaïs Nin (1903-1977) y Henry Miller (1891-1980) se conocieron en 1931, en la casa que ella poseía en Louveciennes. En ese momento ella era la aburrida esposa del banquero americano Hugh Guiler y él un escritor desconocido. Después de su encuentro con Miller, Anaïs, quien siempre había tenido complejas relaciones con los hombres, se transformó en «una insaciable Doña Juana». Fue su despertar sexual. Ella solía decir que no había nada peor que «el rechazo de cualquier modo de amor».
Anaïs podía proporcionar a Miller intensas emociones y una cierta seguridad
económica ya que a menudo le daba dinero y pagaba sus gastos, mientras Miller proporcionaba a la mujer la sensación de ser amada. Si antes de conocerle se sentía vacía, después de su encuentro sentía la plenitud y, por tanto, podía hacer también feliz a su marido.
Gran parte de su relación se basaba en su pasión por escribir y en el disfrute y crítica de sus obras, pero, también, en el sexo. Los encuentros entre los dos eran salvajes, llenos de pasión, mordiscos, sensualidad y gemidos. Cuando no estaban juntos se escribían: tenían mucho que decirse.
Ambos se admiraban. «He aquí un hombre al que la vida embriaga. Un hombre libre. Como Lawrence. Un hombre que no teme a nada ni a nadie», escribió Anaïs de él. «Se lo debo todo», reconoció Henry.
Anaïs y sus diarios
Los diarios de Anaïs Nin se comieron su obra de ficción. Comenzó a escribir en un cuaderno durante su viaje a Nueva York en 1914, cuando tenía once años. Fue el año en que su padre, el compositor español Joaquín Nin, abandonó a sus tres hijos y a su mujer, Rosa Culmell.
A partir de aquí, Anaïs empezó a contar toda su vida en ellos y sólo interrumpió su redacción en dos ocasiones: cuando su psiquiatra Otto Rank —quien también fue su amante— se lo pidió para facilitar el tratamiento y cuando empezó a mantener una relación incestuosa con su padre. A pesar de que Joaquín no quería que saliera nada sobre ellos en el diario, finalmente Anaïs escribió la historia.
Hay pasajes sumamente esclarecedores sobre la relación de Anaïs con los hombres: «Es absolutamente cierto que nunca pienso en Hugh cuando estoy con Allendy o con Henry, como tampoco pienso en Henry cuando estoy con Allendy. Una especie de separación tiene lugar en ese momento —una totalidad pasajera—, que impide cualquier duda o parálisis. Es sólo después cuando se revela la mezcla y el conflicto. No veo nada malo en acostarme con Henry en la cama de Hugh, como tampoco vería nada malo en entregarme a Allendy en la misma cama. No tengo ninguna moralidad. Sé que la gente se horroriza, pero no yo. Ninguna moralidad mientras el daño hecho no se manifieste por sí mismo».
Como Anaïs no quiso divorciarse de su marido, la relación con Miller, que había empezado en 1931, se fue apagando. En un principio los diarios se publicaron fragmentados y expurgados porque la autora no quería herir a su marido, Hugh Guiler. La versión completa se publicó a la muerte de éste, en 1986.
|
Explora 99 historias de amor:
99 historias de amor. Presentación
A sus pies rendido un león: Napoleón y Josefina
Mrs. Brown: La reina Victoria y John Brown