Misión suicida en Cracovia. Yo me largo tour
Misión suicida en Cracovia
«Tengo el polvo y la polución del camino y del cansancio pegados a la piel, necesito una ducha. Sin más dilación —y espero que sin perderme demasiado— me dirijo a un camping que está a unos cuantos kilómetros, en Gaj. No hay mucha variedad disponible por aquí, deseo fervientemente que haya sitio para nosotras. El campamento se llama Korona y pinta bien, tiene prados verdes y, por lo que parece en las fotos, bastantes árboles.
Horrible decisión. Me paso de largo la entrada del camping porque para entrar hay que dar un brusco giro a la derecha RAS desde la autovía de dos carriles por sentido y meterse en un camino que podría ser una vía muerta cualquiera.
Avanzo alejándome del camping más y más: ciao ciao, bambino. Los coches van a más de 90 kilómetros por hora, el límite teórico de velocidad, y hay múltiples pasos de peatones, sin semáforos, que cruzan la autovía. A dos kilómetros puedo dar la vuelta en una especie de rotonda.
Yo me largo tour. No sin mi perro. por Alicia Misrahi. El libro en venta en www.aliciamisrahi.com y en la librería Altaïr
¡Socorro! ¿Cómo salimos de esta isla justo en el centro del tráfico cracoviano?
Esto es una locura: dos carriles en un sentido, dirección a no sé dónde, y otros dos dirección a Cracovia, que es hacia donde voy yo ahora contra mi voluntad. No creo que haya una entrada al camping desde este lado.
En mi ignorancia, desconocimiento e inocencia, veo que se puede dar media vuelta en la autovía y decido hacerlo. Me encuentro en una misión suicida en Cracovia, el cambio de sentido es un simple callejón en ángulo recto con las calzadas de la autovía por el que hay que incorporarse a saco, sin espacio para acelerar, al carril izquierdo del otro sentido. Los coches de esta vía rápida adelantan a los lentos de su derecha a toda velocidad. Además, el mal paso está en un cambio de rasante por lo que veo aparecer las fauces de los vehículos de improviso y sin aviso. No sé cómo voy a salir de aquí. Ni cuándo.
En mi ignorancia, desconocimiento e inocencia, veo que se puede dar media vuelta en la autovía y decido hacerlo. Me encuentro en una misión suicida, el cambio de sentido es un simple callejón en ángulo recto con las calzadas de la autovía por el que hay que incorporarse a saco, sin espacio para acelerar, al carril izquierdo del otro sentido. Los coches de esta vía rápida adelantan a los lentos de su derecha a toda velocidad. Además, el mal paso está en un cambio de rasante por lo que veo aparecer las fauces de los vehículos de improviso y sin aviso. No sé cómo voy a salir de aquí. Ni cuándo.
Horror e indecisión. Dudas y parálisis. Miedo cerval. Somos tres cervatillas que queremos sumarnos, sin que se nos lleven por delante, a la manada de búfalos de metal que desfila a toda ostia por delante de nosotras. Sus cuernos, metálicos o de plástico duro, están bajos y del revés, pero su peor arma no es su cornamenta sino su voluminosa celeridad ciega. Son cacho bestias que circulan como salvajes.
Calculo que si apuro al máximo la primera y meto la segunda, RAS, puedo salir a quince kilómetros por hora del nicho/pasaje de cambio de sentido.
Temo por mi vida. En serio.(…) Yo me mato… No sin mi perro (pobres de nosotras).
Pincha aquí si quieres leer el Prólogo loco
«Yo me largo tour. No sin mi perro». 460 págs. 27 euros.